Diócesis de Astorga

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Jornada Pro Orantibus 2018

27 - mayo - 2018

El domingo 27 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebra la Jornada Pro Orantibus. Los obispos españoles, en el Año Jubilar Teresiano, proponen como lema la invitación de Santa Teresa, “Solo quiero que le miréis a Él“. Además manifiestan “el agradecimiento y, a la vez, el apoyo paternal a los innumerables hombres y mujeres que esparcidos por la geografía española mantienen vivo el ideal religioso de la vida contemplativa”.

En España, según datos de diciembre de 2017, hay 801 monasterios de vida contemplativa (35 masculinos y 766 femeninos) y 9.195 religiosos y religiosas (340 masculinos y 8.855 femeninas). Según los datos que se están recopilando, en los monasterios españoles hay aproximadamente 150 postulantes; 250 novicias y 450 profesas temporales. En las congregaciones religiosas femeninas habría alrededor de un 26% de extranjeras.

 PALABRAS DEL DELEGADO EPISCOPAL DE VIDA CONSAGRADA 

Viendo lo que nos está pasando, uno se inclinaría a pensar que la contemplación del Misterio de Dios en Jesucristo se nos está acabando. ¿Podría ser indicio de que la fe católica no es de estos tiempos? Con este aguijón clavado en el Cuerpo de la Iglesia, la Jornada de Oración por la Vida Consagrada Contemplativa debería ser muy urgente e intensa.

La Solemnidad de la Santísima Trinidad nos invita a mirar a los que han sido llamados a la Vida Consagrada Contemplativa en la Iglesia Católica. El lema de la Jornada es: “Sólo quiero que le miréis a Él”. Sobre el modo de recoger el pensamiento para iniciarse en la oración, escribe Santa Teresa de Jesús: “No os pido ahora que penséis en él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis” (Camino de Perfección 26,3).

Santa Inés de Praga prometida al Príncipe de Bohemia, lo dejó para convertirse en esposa de Jesucristo como Monja Clarisa. Santa Clara de Asís (s. XIII) le envió una Carta, diciéndole: “Mira a Jesucristo, el ESPEJO sin mancha... El principio de este ESPEJO, la pobreza de aquel que es puesto en un pesebre y envuelto en pañales… En medio del ESPEJO, la humildad…; los innumerables trabajos y penalidades que soportó por la redención del género humano… Al final del mismo ESPEJO, la inefable caridad, por la que quiso padecer en el árbol de la cruz y morir en el mismo del género de muerte más ignominioso de todos” (Carta IV a Santa Inés de Praga).

“Para captar con una visión de conjunto sus rasgos esenciales (la Vida Contemplativa), ayuda singularmente contemplar el rostro radiante de Cristo en el misterio de la Transfiguración, …que no es sólo revelación del misterio de Cristo, sino también preparación para afrontar la cruz” (Vita Consecrata, 14). Las comunidades monásticas <> (Vultum Dei quaerere, 2). Y así porque esta forma de vida “es signo de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con su Señor, profundamente amado” (Vita Consecrata, 5).

El campesino del amanecer, sentado en el primer banco de la iglesia de Ars, decía a su Santo párroco: “Yo le miro…; y Él me mira…”.

La cultura de los medios audiovisuales ha diluido, licuado, extraviado, ninguneado, anulado a Jesús, el Señor, entre los objetos que reclaman nuestra mirada. Aparte están los que se molestan al mirar las cruces de nuestros monumentos históricos, porque se sienten ofendidos en su identidad humana. Se va cumpliendo esta palabra: <> (Mc 4,12; Is 6,9-10). La muerte en cruz de Jesús, el Señor, por su resurrección es el acontecimiento más impactante e importante de la historia humana. Ese hecho histórico es tan decisivo para la humanidad que cambia el sentido de la historia para siempre, también la personal. Ésta es la experiencia mística de todos los santos como Agustín, o Benito, o Francisco, o Raimundo Lulio, o Vicente de Paúl…

Dejemos de buscar las sandalias, que Cristo Jesús, el Señor, se calzó. Y miremos sus pies clavados en la cruz, sus pies; y vayamos a su encuentro en el Evangelio escuchado y la Eucaristía celebrada en comunidad de fe y oración. Para luego amarlo y servirlo en el hermano, huyendo de todo sistema de mercado religioso. Es como vive la Vida Consagrada Contemplativa, “mirando al que nos mira”.

P. Manuel Blanco Martínez, delegado para la Vida Consagrada.

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