De 14 al 16 de Febrero, nuestra iglesia diocesana de Astorga ha participado en el Congreso de Laicos celebrado en Madrid. Dos sustantivos expresan la experiencia vivida por los doce representantes de la Diócesis que asistimos: alegría y esperanza. Hemos vivido en estos días un renovado “Pentecostés”.
Se ha insistido en la vocación como factor clave en la tarea de los laicos. Hay una continuidad inseparable entre vocación, misión y santidad. Se ha hablado también del protagonismo del laicado.
En este Congreso estamos sembrando las semillas necesarias para renovarnos y dinamizar el laicado en España; al mismo tiempo, estamos cosechando ya los primeros frutos de los cuales saldrán nuevas semillas de sinodalidad. Por eso hablamos de corresponsabilidad, que es más que de responsabilidad, porque implica una responsabilidad compartida y ejercida complementariamente. En la Iglesia sinodal nos necesitamos todos. No podemos excluir a nadie y nadie puede excluirse.
Para recorrer este camino necesitamos estar abiertos a la conversión pastoral y misionera, comunitaria y personal.
Los cuatro itinerarios por los que debemos avanzar son: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública. En cada uno de estos itinerarios nos hemos preguntado: ¿Qué actitudes convertir? ¿Qué procesos activar? ¿Qué proyectos proponer? Además, este proceso ha de tener ahora una clara continuidad. Es un proceso que continúa abierto y nos exige seguir caminando como Pueblo de Dios en Salida. Para ello desde hoy mismo estamos en post-congreso y para ello será preciso.
Potenciar la recepción de las propuestas en las diócesis y la asignación de su desarrollo a los organismos diocesanos y de los movimientos y asociaciones.
Celebración con carácter periódico de congresos diocesanos y futuros congresos nacionales para seguir avanzando en las líneas marcadas.
Continuar ofreciendo instrumentos para reforzar la vivencia de la vocación y de la misión de los fieles laicos.
Delegación de Apostolado Seglar