Diócesis de Astorga

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Campaña contra el hambre de Manos Unidas 2018

11 - febrero - 2018

Durante 2018, con el lema “Comparte lo que importa”, en Manos Unidas se pretende seguir trabajando para poner en común experiencias, iniciativas y propuestas que ayuden a vivir la solidaridad. Luchar contra el hambre es la misión de Manos Unidas. Porque el hambre no es una fatalidad o un destino irreparable para muchas personas. El hambre es el resultado de la injusticia: los bienes y las oportunidades que deberían ser suficientes para todos, han sido acaparados por unos pocos.

Desde la delegación diocesana se pretende financiar un proyecto en Israel. Physicians for Human Rights, asociación israelí que lucha por los derechos sanitarios básicos de los ciudadanos que no son israelíes, compuesta por profesionales médicos y paramédicos judíos y palestinos.

Proyecto JAFFA

Esta asociación solicita a Manos Unidas apoyo para los salarios de los directores médicos de ambos programas, los gastos de desplazamiento de los médicos y enfermeras voluntarios a los campamentos sanitarios semanales, la formación continua de los voluntarios y la distribución de medicinas. La ayuda de Manos Unidas supone un 25% del presupuesto del proyecto. El socio local y el personal voluntario aportan el 75% restante que corresponde principalmente al trabajo que realiza el personal sanitario que colabora en el proyecto.

Un proyecto que durará 12 meses y cuyo importe total es de 62.468,00 euros.

Manos Unidas es la asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda y promoción de los países en vías de desarrollo. En 2016 Manos Unidas inició un plan de trabajo de tres años con el objetivo de “plantarle cara al hambre” y reforzar el derecho a la alimentación de las personas más pobres y vulnerables del planeta.

CARTA DEL OBISPO DE ASTORGA

 “COMPARTE LO QUE IMPORTA” Campaña de Manos Unidas 2018

Queridos diocesanos: El verbo “compartir” tenía hasta ahora un profundo sentido de solidaridad y de compasión por la vida de los demás. “Compartir” era una forma privilegiada de ejercer el amor al prójimo que está en la base y el fundamento de toda convivencia humana. Hoy el verbo “compartir” se ha hecho virtual. “Dar a compartir” es una de las funciones que ofrecen los programas de las redes sociales con las que hoy se comunica la mitad de la humanidad. Es una frase muy usada por las generaciones más jóvenes. Es fácil “dar a compartir” porque no supone ningún esfuerzo físico ni compromiso vital alguno. Esto es lo que le gusta al hombre posmoderno: Nada de compromiso, nada de esfuerzo.

Manos Unidas ha elegido como lema de la Campaña de este año 2018: “Comparte lo que importa”. Nos recuerda que pasamos la vida compartiendo; pero, realmente, ¿Compartimos lo que importa? Compartir lo que importa nos dice Manos Unidas que “Es poner en común nuestra vida, nuestros bienes y nuestro compromiso por un mundo mejor, donde cada persona pueda vivir feliz y en condiciones dignas”. Me parece muy oportuno que esta prestigiosa asociación eclesial nos recuerde el auténtico sentido del verbo “compartir” que exige a cada persona que comparte un compromiso vital de solidaridad con el prójimo y con la madre tierra. ¡No devaluemos la solidaridad!

El hombre tiene tendencia a encerrarse en su yo y sus circunstancias, a ser egoísta, a vivir pensando sólo en sí mismo. Esta tendencia individualista se puede trasladar a la vida social y política por medio de leyes que poco a poco van construyendo sociedades y naciones insolidarias, autónomas y egolátricas. Cuando esto sucede – y parece que está sucediendo cada vez más en el mundo actual después de las decisiones de los gobiernos de los países más ricos del mundo- las sociedades y naciones más pobres y débiles se empobrecen y debilitan cada vez más provocando situaciones de hambre, desnutrición, violencia e injusticia estructural.

El Magisterio de la Iglesia ha recordado siempre el principio del destino universal de los bienes de la tierra que tiene su aplicación efectiva en la organización social y política en el principio de solidaridad que implica compartir con todos los hombres los frutos de la madre tierra. Hoy tendríamos que añadir también los frutos de la investigación científica y técnica. El Papa Francisco, teniendo en cuenta lo que afirmó en su día san Juan Pablo II, dice en la Encíclica Laudato si: “Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en una cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo para todos. Por consiguiente, todo planteamiento ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados. El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso es una «regla de oro» del comportamiento social y el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social”.

Estas palabras del Papa no dejan lugar a dudas sobre la necesidad de “compartir“ solidariamente los bienes de la tierra con el fin de garantizar a todo hombre una vida digna, feliz y justa. Esta necesidad no es un buen deseo sino un principio ético fundamental que todos los gobiernos, especialmente los gobiernos de las naciones ricas debieran de aplicar a sus decisiones políticas. Es posible acabar con el hambre y la miseria en el mundo; pero para ello es necesario no abandonar los principios fundamentales entre los que se encuentra el de compartir los bienes.

Apoyemos la campaña de Manos Unidas compartiendo nuestros bienes para financiar los proyectos que lleva a cabo en más de sesenta países del mundo. Compartir implica renuncia voluntaria a parte de nuestra vida para unirla a la de otros buscando el equilibrio y la justicia. Por eso Manos Unidas siempre ha propuesto compartir los bienes desde el ayuno voluntario que exige de nosotros un compromiso vital mucho mayor que el mero “darle al compartir” del Facebook, del Twitter o del Instagram.

† Juan Antonio, obispo de Astorga