EN EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE SAN LORENZO DE BRINDIS (1619-2019)
VILLAFRANCA, 21 DE JULIO DE 2019
La figura de San Lorenzo de Brindis, cuya fiesta litúrgica celebra toda la Iglesia universal el 21 de julio y cuya muerte sucedió hace justamente 400 años en 1619, se constituyó en el principal reclamo para celebrar en Villafranca del Bierzo la solemne Clausura del AÑO DIOCESANO DE LA SANTIDAD, un tiempo de gracia que la iglesia particular de Astorga ha querido vivir con intensidad cristiana para expresar la vocación que todos los bautizados tenemos a la perfección de vida.
Tras un rato de tranquila oración junto al cuerpo de San Lorenzo de Brindis, que se venera desde poco después de su muerte en el Monasterio de La Anunciada, la asamblea se dirigió en procesión con la reliquia y la imagen del santo hasta la Colegiata de Santa María, donde tuvo lugar la Misa. La solemne Eucaristía fue presidida por Mons. Jesús Sanz Montes, que en este caso unió significativamente en su persona su responsabilidad como arzobispo metropolitano de Oviedo con su condición de franciscano de paz y bien. Concelebraron otros tres obispos: Mons. Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander, el también franciscano Mons. Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger, y Mons. Rutilio del Riego, obispo auxiliar emérito de San Bernardino en California (EEUU).
Se unieron a la celebración D. Florentino Alonso, vicario general de León, en representación de Mons. Julián López Martín, obispo de León, que no pudo estar personalmente presente, D. Jorge Fdez. Sangrador, vicario general de Oviedo, y el P. Benjamín Echeverría Martínez, Provincial de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos de España, que encabezaba la representación de otros miembros de la familia franciscana.
En todos los actos del día participaron alrededor de una cincuentena de sacerdotes diocesanos, verdaderos animadores que han impulsado el Año de la Santidad en todos los rincones de nuestra geografía diocesana, y otros varios sacerdotes venidos de fuera.
Especial significado tuvo la presencia numerosa de las comunidades de religiosas de vida contemplativa de los monasterios de Villafranca y de otros lugares, encabezados por las Madres Clarisas del Monasterio de La Anunciada que, por custodiar los restos de San Lorenzo desde hace 400 años, han sido el epicentro de peregrinaciones, visitas y actos religiosos este singular año. Como también lo ha sido la parroquia de la Ntra. Sra. de la Asunción de Villafranca, que con el buen hacer de sus sacerdotes D. Tomás Alija y D. Ángel Becerra, sus cofradías y sus fieles ha sido el complemento perfecto de La Anunciada en las diversas actividades pastorales y celebrativas que se han organizado a lo largo de estos meses. Por supuesto el apoyo y colaboración de las autoridades civiles del Ayuntamiento villafranquino ha sido también muy importante en las múltiples labores organizativas y de representación que se han llevado a cabo.
El Año Diocesano de la Santidad nació de la intuición y de la audacia pastoral de nuestro querido y recordado obispo D. Juan Antonio Menéndez, que quiso que este acontecimiento vertebrara de manera excepcional la acción pastoral del curso recién finalizado en la diócesis de Astorga. En el Decreto de convocatoria se afirma que su fundamentación, desarrollo y objetivos han estado estrechamente vinculados a la reflexión e indicaciones sobre la santidad que el Santo Padre Francisco nos hace en la Exhortación Apostólica GAUDETE ET EXULTATE (19-III-2018) y a los objetivos y acciones del Plan Pastoral Diocesano en vigor titulado “LLAMADOS A FORMAR UN NUEVO PUEBLO”.
El balance de todo lo realizado ha de considerarse como muy positivo. En general, se han logrado conseguir a plena satisfacción los objetivos pastorales propuestos para este Año de la Santidad:
• La Exhortación Gaudete et exultate del Papa ha sido acogida y meditada en múltiples parroquias y santuarios, y su contenido ha sido el motivo principal de novenas, triduos, retiros y diversas reflexiones. En este sentido, destacan algunos actos de alcance diocesano realizados como el Encuentro - Retiro de oración para sacerdotes, religiosos/as y laicosdirigido por el Nuncio de Su Santidad en España en los comienzos del pasado Adviento, la participada Jornada Diocesana de la Vida Consagrada en febrero y el novedoso modelo de Ejercicios Espirituales abiertos para seglares que el obispo impartió en plena Cuaresma.
• El IV Centenario de la muerte de San Lorenzo de Brindis, como acontecimiento histórico que motivó la convocatoria de este acontecimiento diocesano, ha servido ciertamente para dar a conocer la vida y las obras de San Lorenzo de Brindis y fomentar la devoción a este santo en toda la diócesis. Los actos de apertura y clausura en el día de su fiesta litúrgica, las conferencias sobre su persona e importancia eclesial y la Peregrinación Diocesana a Roma y Brindis en mayo, nos han ayudado a redescubrir el alcance universal de la vida santa del Doctor Apostólico, el valor actual de sus escritos y la influencia de legado en su Orden y en la Iglesia.
• Con diversas publicaciones y celebraciones conmemorativas generales y particulares, hemos hecho memoria de los santos y beatos de nuestra Iglesia particular de Astorga, en algunos casos desconocidos, ignorados o escondidos al conocimiento y devoción de los fieles. Es gratificante refrescar el corazón cristiano sabiendo que el ejemplo de estos hermanos nuestros tan cercanos nos muestra que la santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar actuar a Dios en nuestras vidas, para que el encuentro de nuestra debilidad con la gracia divina nos ayude a crecer en la humildad, en la caridad y en la perfección, buscando en todo momento la gloria de Dios y el servicio sin condiciones a nuestros semejantes.
Damos gracias Dios porque como hermoso colofón de este Año de la Santidad, la Iglesia nos ha regalado nuevos hermanos de reconocida santidad universal con la declaración de martirio para la beatificación de Mª Pilar Gullón, Octavia Iglesias y Olga Pérez-Monteserín, enfermeras católicas laicas de la Cruz Roja, martirizadas en Pola de Somiedo (Asturias) en 1936, y la declaración de las virtudes heroicas del Venerable Siervo de Dios Ángel Riesco Carbajo, quien fuera vicario general de Astorga y obispo auxiliar del administrador apostólico de Tudela, fundador del Instituto de las Misioneras Apostólicas de la Caridad, fallecido en La Bañeza en 1972. Pronto procederemos a la Beatificación de todos ellos en nuestra Catedral de Astorga.
• Este Año de la Santidad no sólo ha querido mirar al pasado, sino sobre todo al presente y al futuro, tratando de proponer formas de vida y caminos actuales de santidad para renovar en los fieles el deseo de vivir santamente. La Oración especial compuesta para este Año y la Jornada Diocesana de Oración por la Santificación de los Sacerdotes que tuvo lugar en torno a la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús han pretendido incidir en esto. Y es que es importante resaltar una y mil veces que la “santidad no es algo inalcanzable para el común de los humanos sino un camino de perfección en el amor que el hombre puede realizar si se deja guiar por el Espíritu Santo y con el auxilio de la gracia de Dios”.
La diócesis de Astorga, que vive ahora un tiempo de espera de un nuevo pastor, agradece a todos los sacerdotes y fieles el trabajo realizado. Que Dios valore todo lo hecho en este hermoso proyecto, que lamentablemente, no pudo ver culminado D. Juan Antonio, cuya pretensión ha querido ser la de estimular las conciencias y los corazones para ayudar a los bautizados a “hospedarse en la tienda del Señor” (Cf. Sal 14,1), a “escoger la mejor parte” (Lc 10,42) y “presentarlos a todos perfectos en Cristo” (Col 1, 28) con la esperanza de la gloria.
A modo de broche final de todo lo vivido, es bonito recordar la hermosa frase del Papa Francisco que nos ha guiado este tiempo de gracia que el Señor nos ha regalado, y que debe ser para nosotros al mismo tiempo un testamento y un reto: “la santidad es el rostro más bello de la Iglesia”.
José Luis Castro Pérez
Administrador Diocesano de Astorga – Sede Vacante
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