Miguel Sierra, de La Bañeza y César Pablo González, de Ribadelago, recibieron el Rito de Admisión al Diaconado Permanente.
El sábado 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, fue un día de gran alegría para nuestra iglesia particular ya que César y Miguel recibían, en la iglesia de Santa María de La Bañeza, el rito de admisión al Diaconado Permanente de manos del Sr. Obispo, Mons. Jesús Fernández.
Una celebración, acompañada musicalmente por Tista y Sara, y en la que participaron varios sacerdotes diocesanos entre los que se encontraban el Vicario General, D. Jerónimo Martínez y D. Víctor Murias como miembros de la Comisión Diocesana para la Promoción del Diaconado Permanente.
El prelado asturicense dio gracias a Dios en la homilía porque “ha escuchado nuestra súplica pidiendo al Señor que envíe obreros a su mies. La vocación es un don de Dios que hoy se ve materializado en la llamada que realiza, por medio de la Iglesia, a nuestros hermanos César y Miguel. A esta llamada, al servicio de la Iglesia, ellos están respondiendo con generosidad, por eso vienen preparándose a través del discernimiento, la oración, la formación y el acompañamiento y están dispuestos a responder como el profeta: “Aquí estoy, mándame”.
A la iglesia le corresponde discernir sobre su idoneidad y acompañarlos en la formación de modo que crezcan cada día en la configuración con Cristo servidor, que conozcan adecuadamente la realidad de nuestra iglesia particular y, llegado el momento, estén dispuestos a entregarse en cuerpo y alma al ministerio diaconal.”
D. Jesús les recordó a los dos candidatos que “a partir de hoy, al ser elegidos formalmente entre los candidatos al orden sagrado, debéis cultivar, si cabe con más intensidad, vuestra vocación que, como la de los testigos que la Palabra de Dios nos ha presentado hoy, es una llamada a la conversión, a la fe y a una visión concreta dentro de la Iglesia, particularmente la del Diacono Permanente que es ser icono de Cristo servidor de pobres y de necesitados.”