D. Jesús Fernández pidió “por todos los menores y personas vulnerables que han sufrido estos abusos para que puedan reponerse, recuperen la autoestima y la confianza en los demás, vuelvan a sentirse alegres y esperanzados.”
El 20 de noviembre, coincidiendo con el Día Universal del Niño, la diócesis de Astorga se unía a la Jornada de Oración por las Víctimas de Abusos y lo hacía con una Eucaristía presidida por el Sr. Obispo, en la Capilla del Seminario Mayor de Astorga a las ocho de la tarde.
Una celebración, amenizada por el coro de Las Ermitas, en la que también participaron el Vicario General, el Rector del Seminario Mayor, el diácono y el equipo de la delegación episcopal de Protección de Menores y Acompañamiento a las Víctimas de Abusos con su delegada a la cabeza.
D. Jesús Fernández pedía al Señor que “nos ayude a tomar conciencia de la gravedad de un problema que tiende a permanecer oculto.” Resaltando que “ha llegado el momento de reconocer que, detrás de estos abusos está el misterio del mal que se ensaña contra los más débiles profanando su mente y su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf. 1 Cor 6, 19). Es el momento de reconocer los pecados de la humanidad y de la Iglesia, de arrepentirnos y pedir perdón. Es urgente denunciar prácticas inhumanas como el turismo sexual que convierte en víctimas a niños y niñas pobres y esa cultura emergente que es el acceso indiscriminado a la pornografía por parte de los menores.
Y, en fin, es llegado el momento de ponernos de parte de las víctimas, de acompañarlas y ayudarlas en el proceso curativo. “El mal que vivieron –explica el Papa actual- deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos… La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros”. Justamente para prestar esta escucha y ofrecer el apoyo necesario está nuestra delegación diocesana, a la que agradecemos vivamente su trabajo y dedicación.”