-Los dos seminaristas de Astorga, Michael y Pablo, estudiarán, de lunes a viernes, desde este curso allí. Todos los fines de semana regresarán a Astorga para continuar con su etapa pastoral, Michael en la parroquia de Puerta de Rey de AStorga y Pablo en Santa María de La Bañeza.
El jueves 3 de octubre por la tarde tuvo lugar la inauguración oficial del curso en el Teologado de Ávila en Salamanca, que contó con la presencia del obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico García, y del obispo de Ciudad Rodrigo y Salamanca, el también abulense Mons. José Luis Retana. A quienes acompañaron algunos rectores de los 8 seminarios presentes en la casa, profesores de la Facultad de Teología de la UPSA y otros amigos junto con los tres formadores y 21 seminaristas que este año constituyen la comunidad formativa.
Los actos comenzaron con la celebración de la eucaristía «del Espíritu Santo» presidida por Mons. Rico García. En su homilía, partiendo de llamada de Jesús a los Doce (cf. Mc 3,13-19), recordó la doble finalidad de la vocación apostólica: «estar con Él» y «enviarles a predicar». Glosando la exhortación apostólica de S. Juan Pablo II sobre la formación sacerdotal, Pastores dabo vobis, comentó cómo «vivir en el Seminario, escuela de Evangelio, es vivir en el seguimiento de Cristo como los apóstoles, dejarse educar por Él para el servicio del Padre y de los hombres, bajo la conducción del Espíritu Santo…, aprender a dar una respuesta total a la pregunta de Jesús a Pedro: ‘¿me amas?’», respuesta que no puede ser otra sino «el don total de su vida» (PDV 42). Parafraseando la alocución de S. Pablo VI en la inauguración de la II Sesión del Vaticano II se preguntó: «¿de dónde arranca nuestro viaje? ¿qué ruta pretende recorrer? ¿qué meta deberá fijarse nuestro itinerario?», respondiendo con las mismas palabras del Papa Montini: «¡Cristo! Cristo, nuestro principio; Cristo, nuestra vida y nuestro guía; Cristo, nuestra esperanza y nuestro término». Destacando la importancia de la vida comunitaria en el Seminario y del ambiente fraterno para lograr los objetivos de la formación presbiteral. «Los hermanos se reciben, no se eligen», insistió, y dentro de la familia los más débiles reciben un cuidado especial. Concluyó con la exhortación de S. Agustín en una de sus homilías sobre la 1 Carta de Juan: «Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz no puede brotar sino el bien».
Terminada la eucaristía tuvo lugar el acto académico en el que tras la lectura de la memoria del curso 2023-2024 por el diácono Juan José Rodríguez, impartió la lección inaugural el profesor emérito de la Facultad de Teología de la UPSA, D. José Román Flecha Andrés, con el título «De las ‘escuelas’ de la esperanza a los ‘signos’ de la esperanza». En ella el sacerdote leonés presentó el contexto y las aportaciones fundamentales de los documentos pontificios más recientes sobre la esperanza cristiana: Spe salvi, de Benedicto XVI; y Spes non confundit del Papa Francisco. Si el primero habla de las «escuelas» de la esperanza (la oración, el sufrimiento y el juicio), el segundo nos invita a hacer de los «signos de los tiempos», «signos de esperanza». A continuación, tomó la palabra el rector del Teologado, Gaspar Hernández, quien recordó el objetivo principal del curso centrado en la dimensión intelectual y en la virtud de la esperanza ante el próximo Jubileo. Inspirándose en el texto de Is 54,2 destacó cómo la formación presbiteral es un «ensanchamiento» de la personalidad, del pensamiento y del corazón del pastor dinamizado por la esperanza. El obispo de Ávila cerró el acto citando de nuevo un texto de PDV 56 donde reclama la necesidad de «contrarrestar decididamente la tendencia a reducir la seriedad y el esfuerzo en los estudios» que a veces se deja sentir en los ambientes eclesiales, invitando – con palabras del papa Benedicto – a «estudiar con tesón» aprovechando los años de formación pensando con amor e integrando la vida intelectual con la vida espiritual y la actividad pastoral. Los actos terminaron con una cena fraterna en el Teologado.