Diócesis de Astorga

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Jornada de la Sagrada Familia

31 - diciembre - 2017

El domingo 31 de diciembre se ceelbra la Jornada de la Sagrada Familia:Jesús, José y María. El misterio de la Navidad nos sitúa ante el portal de Belén, contemplando a Dios hecho carne. Es un acontecimiento que nos invita a acoger a la Palabra que acampa entre nosotros, de abrir el corazón a Dios encarnado en la fragilidad y ternura de un niño. Es una invitación a la acogida llena de afecto y agradecimiento.

Carta del Sr.Obispo con este motivo 

“LA FAMILIA, HOGAR QUE ACOGE, ACOMPAÑA Y SANA”

Queridos diocesanos: La celebración de la fiesta de la Sagrada Familia en el contexto de las Fiestas de la Navidad nos invita a contemplar la institución familiar como el ámbito natural en el que hemos sido acogidos cuando vinimos a este mundo. El lema que se ha elegido para celebrar esta Jornada en todas las diócesis españolas nos indica tres de las funciones principales que realiza la familia: acoger, acompañar y sanar al ser humano.

En el seno del hogar familiar fuimos acogidos con amor desde el primer momento de nuestra existencia por lo que somos no por lo que tenemos o aparentamos tener. Nuestros padres defendieron la dignidad de nuestra vida de todo peligro hasta que pudimos valernos por nosotros mismos. ¡Qué sería de la vida del ser humano que nace tan débil si no estuviera la familia detrás protegiéndola y amparándola! Debemos de reconocer que acoger a un niño o a una niña en la familia exige un derroche de amor por parte de todos, especialmente de sus padres. Ellos, por amor a sus hijos, se desviven y sacrifican de día y también durante la noche para que no les falte de nada. No buscan ninguna recompensa sólo contemplar cómo crecen sus hijos como Jesús: en estatura, sabiduría y gracia. El amor paterno y materno es el amor más gratuito y desinteresado que existe en este mundo por eso Jesús nos enseñó a reconocer en él amor divino.

La familia acompaña con amor toda la vida del ser humano. Cada etapa requiere una forma peculiar de acompañamiento. En la infancia es más intenso que en la juventud y en la ancianidad es también más intenso que en la edad adulta. Es necesario que los padres sepan acompañar a los hijos y los hijos deben aprender a dejarse acompañar y guiar por la voz de la experiencia que son sus padres y sus abuelos. Los hijos y los nietos no deben olvidar aquellas palabras del Libro del Eclesiastés: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas”.

El acompañamiento espiritual de la familia es imprescindible en la trasmisión de la fe a las nuevas generaciones. En una familia cristiana no puede faltar nunca. Si para un padre o una madre cristiana, la fe es el don más importante que han recibido después de la vida, deben trasmitirlo a sus hijos con naturalidad. Por eso es muy importante que los padres acompañen a sus hijos en el proceso catequético tanto en el hogar como en la parroquia.

El amor, el cariño y la ternura de la familia sanan y curan las heridas espirituales y también las corporales. El arropamiento del enfermo con el cariño de los suyos es tan importante como los fármacos y las ayudas médicas. Un familiar enfermo, joven o adulto, nunca puede ser considerado en la familia como un obstáculo sino como una bendición que Dios nos pone en nuestro camino para expresar nuestra ternura y para que crezcamos en humanidad.

Cuidemos a nuestras familias con la oración, el afecto y la solidaridad. Defendamos nuestros hogares familiares de los ataques del individualismo, el egoísmo, la libertad desenfrenada, la falta de fe y la infidelidad. Pensemos que si nos falta la familia nos sentiremos solos, tristes, desolados y desvalidos. Seamos conscientes de que una familia unida es fuente de gozo y de alegría y nos ayuda a pasar con mayor facilidad por este valle de lágrimas que es la existencia humana.

† Juan Antonio, obispo de Astorga

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