En la campaña número 58 de la organización católica Manos Unidas que se celebra el domingo 12 de febrero se pretende concienciar a las personas de la importancia de nuestro compromiso con los más desfavorecidos. Un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura. Mientras, 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo.
El domingo 12 el Sr. Obispo, Mons. Juan Antonio Menéndez, presidirá la eucaristía en la catedral de Astorga a las 12:00 h con esta intención y seguidamente a las 14:30 h en el seminario de la ciudad tendrá lugar la tradicional comida solidaria.
Los dos proyectos que se pretenden apoyar desde la delegación diocesana de Manos Unidas son dos:
Fortalecimiento de la economía familiar campesina e indígena - Guatemala
Uno de ellos ubicado en Guatemala y consistente en el fortalecimiento de la economía familiar campesina e indígena por un importe de 87.317.000 euros, cuya duración aproximada es de 12 meses y al frente del mismo se encuentra Federico Pérez Domingo miembro del Movimiento de trabajadores/as campesinos/as que se encarga de dignificar a las familias indígenas y campesinas, haciendo énfasis en las mujeres y en el fortalecimiento del movimiento asociativo, para reivindicar una vida digna y de justicia social para todos.
En Guatemala, el 22% de la población vive con menos de un dólar al día en condiciones económicas de extrema pobreza. La exclusión de la población indígena en áreas rurales es mucho más pronunciada que en el resto de la población. Esto es muy visible en el dpto. de San Marcos, al occidente del país, donde se llevará a cabo el proyecto.
Apoyo a la educación no formal a refugiados sudaneses - Egipto
El otro de los proyectos se desarrollará en la República Árabe de Egipto, concretamente en la ciudad de El Cairo en dos centros. El objetivo del mismo es apoyar la educación no formal a refugiados sudaneses. La duración de realización es de 12 meses y el importe total de 36.049,00 Euros.
Las condiciones de vida de los jóvenes sudaneses refugiados en El Cairo son muy difíciles. Conviven en habitáculos masificados, sin control, en un ambiente cercano a la promiscuidad, proclive a ala delincuencia, violencia, adicciones diversas, robos, añadiendo la existencia cada vez mayor de “bandas callejeras” que desde hace una década se han implantado en las barriadas, en respuesta a la situación de impotencia en periodos prolongados de incertidumbre. El perfil de las chicas se define por ser mujeres muy jóvenes, pobres, además son extranjeras “sin papeles”, y de religión no musulmana; por todo esto se sienten atrapadas en una ciudad enorme de ritmo frenético. Su día a día gira en torno a pensar cómo sobrevivir; intentando curar las heridas del pasado reciente de abandono familiar en el país de origen, Sudán del Sur.
