En este año tan especial, que estamos viviendo con motivo de esta pandemia, nos vemos obligados a tener que celebrar esta jornada de otra forma, no presencial, como lo veníamos haciendo.
No cabe duda que va a ser un año que recordemos siempre por la vivencia de esta pandemia.
¡Cuántos hermanos nuestros nos han dejado! Muchos han contraído la enfermedad y la han superado. Experiencias muy duras las del personal sanitario, los cuidadores, familiares… todos, salvo los fallecidos, podrían contar su experiencia, pero estoy seguro que las “victimas” que peor lo están pasando son nuestros mayores. Por su fragilidad, por su exposición a la enfermedad, por su estancia en las residencias aislados y lejos de sus familiares. Han sido meses muy duros para todos ellos, y también para los familiares de aquellos que han tenido que ser ingresados en los hospitales y que reciben con angustia las llamadas para conocer el estado de salud de sus seres queridos.
Seguimos en plena pandemia, con datos de contagios muy preocupantes, pero con la esperanza de que las vacunas puedan evitar más contagios y proteger nuestras vidas. Nos queda mucho camino por recorrer, pero tenemos que ser optimistas para vencer a este virus y hacerlo todos juntos. ¿Cómo podemos hacerlo? Siendo responsables de la salud de nuestros hermanos, evitando todo riesgo de contagio para los demás y haciendo visible el lema de la jornada de este año: “CUIDÉMONOS MUTUAMENTE”.
Debemos cumplir con todas las medidas sanitarias establecidas para proteger más que nunca a nuestro prójimo.
Este año no tendremos la jornada de forma presencial pero lo haremos de manera virtual a través del canal de YouTube de la diócesis de Astorga y también desde la página web. La conferencia principal será impartida por Antonio Diez el sábado 13 de febrero a las 11:00 h y llevará como título el lema de la jornada de este año. Más que nunca necesitamos los unos de los otros, nuestra pastoral de este año es de acompañamiento desde la distancia a través de los medios audiovisuales. Necesitamos que nuestros enfermos no se sientan solos, la soledad, otra enfermedad pandémica que no mata como un virus pero que si golpea el corazón y el alma.
Que la Virgen Santísima de Lourdes, como madre nuestra que es, siga cuidándonos y protegiéndonos como lo hace.
Un abrazo cargado de cariño para nuestros enfermos, mayores y sus cuidadores.
Manuel García Gutiérrez
Delegado episcopal de Pastoral de la Salud y Acompañamiento a los Ancianos