Diócesis de Astorga

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JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE 2022

07 - octubre - 2022

El viernes 7 de octubre distintas organizaciones de la Iglesia se unen, por octavo año consecutivo, para celebrar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente bajo el lema “Sin compromiso no hay trabajo decente”. El departamento de Pastoral del Trabajo se suma a la celebración de esta Jornada y ha hecho público un mensaje en el que recuerda que estamos «llamados a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas«.

La coordinación de esta iniciativa en la Iglesia de España está impulsada por Cáritas, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, la Juventud Estudiante Católica (JEC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC).

Llamados a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas

«El obrero es digno de su salario» 1 Timoteo 5,18

El próximo 7 de octubre celebramos la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, y la iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente” nos invita a que conmemoremos este día visibilizando las situaciones de precariedad e injusticia en la que se encuentran muchas personas trabajadoras porque sin conocer esta realidad no podremos hacer frente a sus causas.

Signos de esta precariedad son los cerca de 3 millones de personas desempleadas que sigue habiendo en nuestro país, o que 3,5 millones de personas en España no llegan a final de mes pese a tener un empleo; el que medio millón de personas migrantes estén en una situación irregular y condenadas a sobrevivir de la economía informal, o que sean más de un millón de accidentes laborales los que se producen anualmente en nuestro país, 741 de los cuales resultaron mortales en 2021.

Toda la sociedad se siente afectada por la situación social y económica en la que nos encontramos. Es consecuencia de las últimas crisis vividas: la crisis financiera de 2008, la causada por la pandemia de la COVID y la actual, fruto de la guerra en Ucrania. La última crisis nos ha llevado a una situación de tensión, más allá del miedo y rechazo a la guerra, que está provocando, junto con otros factores, un empobrecimiento de la ciudadanía, que sufren más los trabajadores cuyos sueldos se están devaluando, con la consiguiente dificultad para hacer frente a gastos básicos. Mientras el IPC ha llegado a situarse en el 10,8%, los sueldos pactados en convenio se sitúan, de media, en el 2,56%.

Todo ello provoca un aumento de la desigualdad en nuestro mundo, en el que los pobres cada vez son más, y más pobres, mientras los ricos siguen manteniendo su poder adquisitivo. La Doctrina Social de la Iglesia siempre ha reclamado una justa redistribución de la riqueza, y el trabajo decente es uno de los mejores cauces para ello.

El Papa Francisco[2] nos plantea un objetivo claro: «busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación. En ese sentido, el trabajo es verdadera y esencialmente humano. De esto se trata, que sea humano.»[3]

En estos tiempos de crisis es fundamental el diálogo y el compromiso por promover el bien común, para construir una sociedad sin excluidos donde el trabajo este fundado en condiciones laborales decentes y dignas, una sociedad que ponga en el centro a las personas.

Como señala el manifiesto de la iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente: “sin hombres y mujeres comprometidas, no será posible el trabajo decente”.

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