La vida, buena noticia» es el lema que se propone para la Jornada por la Vida 2024. Una Jornada que la Iglesia celebra el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, pero que este año, al coincidir con el lunes Santo, se traslada al 8 de abril.
¿Cuál es el mensaje de los obispos?
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida plantean la vida como una buena noticia siempre. Y así, afirman, “debe ser recibida y valorada y cuidada, desde su concepción hasta su muerte natural”.
¿Por qué la vida es una buena noticia?
La vida no es “un derecho absoluto a la libre disposición del criterio humano” es “un don de Dios” y este es el motivo “más profundo” para que sea considerada “una buena noticia”. Los obispos distinguen entre el don que “es algo que acogemos porque se nos entrega” y el derecho que “es algo que nosotros podemos exigir, con sus límites en el caso de la vida”. También señalan la diferencia entre regalo y don. El primero, “es algo que se me da para que disponga de ello como quiera”, mientras que el don “implica una tarea, una responsabilidad”, con unas implicaciones al inicio, en el transcurso y al final de la vida.
Al inicio de la vida
El hecho de que la vida sea un don y una buena noticia “nos invita a acogerla siempre, incondicionalmente”. Por eso hay que ayudar a las madres a descubrir “que la vida que llevan en su seno realmente es una buena nueva”.
Los obispos defienden una valoración positiva de la maternidad y de la vida humana naciente que se visibilice con “ayudas efectivas integrales” para que las madres que afrontan un embarazo inesperado “puedan seguir gestando a su hijo sin apuros” y para que las familias “puedan plantearse libre y responsablemente la posibilidad de concebir un nuevo hijo”. Que la vida sea un don también implica que “no hay un derecho absoluto a tener un hijo”.
En este sentido, acogen “los avances médicos que ayuden a detectar las causas de la esterilidad, intentando remediarlas”, pero recuerdan que “no se deberá emplear la técnica para producir de manera artificial la fecundación”.
Consideran que es más grave cuando “para obtener un bebé, se acude a un vientre de alquiler”. Así, se unen a la petición del papa Francisco, en su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada. Una práctica “deplorable”, como señaló el Santo Padre que “ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño”, y que “se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”. Un hijo “es siempre un don y nunca el objeto de un contrato”.
En el transcurso de la vida
El hecho de que la vida sea un don y una buena noticia implica, durante el transcurso de la vida, “el cuidado de cada vida humana especialmente en las situaciones de fragilidad”.
Los obispos denuncian la trata de personas y la esclavitud moderna “porque son claras violaciones de la dignidad humana, ya que reducen a las personas a meros objetos de explotación económica y física”.
También piden paliar las situaciones de pobreza extrema, “porque son muchos los que no tienen acceso a recursos básicos como alimentos, agua potable, atención médica y vivienda digna”. Revisar “nuestras actitudes hacia las personas migrantes, evitando el desinterés y los prejuicios. Y evitar “que haya personas en condiciones de trabajo inhumanas, con salarios injustos y falta de derechos laborales básicos, lo que priva a los trabajadores de su dignidad al tratarlos como meros instrumentos de producción en lugar de seres humanos con necesidades y aspiraciones legítimas”. En definitiva, “es necesario fomentar la coherencia en nuestro planteamiento de concebir la vida como buena noticia, porque esto no se refiere solo a algunas realidades”.
Al final de la vida
También en la ancianidad y la enfermedad terminal la vida sigue siendo una buena noticia, lo que implica “tener cuidado para no actuar según el criterio de que en esos momentos la vida ya es una carga pesada que debe eliminarse”.
Los obispos entienden que este cuidado “debe darse principalmente en el contexto de la familia” y reclaman apoyo para que las familias “puedan atender a sus mayores”.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida concluyen su mensaje “invitando a levantar la mirada a la vida eterna porque nuestra existencia trasciende los límites temporales de este mundo”. A través de la encarnación de Jesucristo, “Dios se hizo hombre para redimirnos y abrirnos las puertas del cielo”. La encarnación “no solo nos revela el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, sino que también nos ofrece la esperanza y la promesa de la vida eterna, donde encontraremos plenitud y felicidad junto a él para siempre. Que santa María, Madre de la Vida, interceda para que seamos constructores de la cultura de la vida”.
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