Esta mañana se ha presentado la ubicación provisional de la imagen de la Virgen de Valvanera de la Catedral de Astorga que ha formado recientemente parte de una exposición temporal en el Museo del Prado de Madrid.
Hasta el 11 de abril, en el trascoro de la seo asturicense, podrán apreciarse todos los detalles que posee esta talla, realizada en un taller castellano en madera policromada, plata y postizos.
Según la leyenda, la Virgen de Valvanera había aparecido en el tronco de un roble en las montañas riojanas. Las reproducciones posteriores de la imagen medieval original, como esta de Astorga, se fueron adaptando a la moda sin perder sus señas de identidad, la principal de las cuales era el brusco giro de la cabeza del Niño, causado por un hecho milagroso. La escultura mantenía así la marca distintiva de su condición sobrenatural.
Acompaña la imagen de la Catedral de Astorga un cuadro, con la representación de esta misma advocación mariana, perteneciente a la Colección BBVA, ANÓNIMO ESPAÑOL, del primer tercio del siglo XVIII. En él se muestra a la Virgen de Valvanera en el tronco del roble en el que había aparecido y con un aspecto menos estereotipado que el de otras versiones, como se advierte en el giro dulcificado del Niño.
La pintura contribuyó a difundir los modelos devocionales escultóricos, a menudo reproduciendo el lugar concreto dentro del interior del templo en el que se veneraban. Otras veces la figura se insertaba en un paisaje, pero sin perder su condición cultural.
HISTORIA DE LA VIRGEN DE VALVANERA
La catedral de Astorga ha tenido entre su patrimonio devocional desde finales del siglo XVII, esta representación de Nuestra Señora de Valvanera. No es más que una versión escultórica de la patrona de la Rioja, una escultura románica venerada en el monasterio benedictino de su nombre, de la que se hicieron reproducciones en escultura, pintura o estampa y que tendrá una amplia repercusión en todo el ámbito del mundo hispánico. La presencia de eclesiásticos de origen riojano o de benedictinos que habían tenido relación con aquella casa, contribuyó a difundir esta iconografía con gran fortuna. Precisamente un obispo astorgano perteneciente a esta orden monástica, Diego de Silva y Pacheco, publicaba en 1665 la historia más importante sobre la Virgen de Valvanera.
Esas tuvieron que ser las razones para el encargo de esta obra en los últimos años del siglo XVII, que ha presidido durante siglos el retablo del trascoro catedralicio y que recientemente ha figurado en la exposición Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro, en el Museo del Prado, donde se ha consolidado y limpiado para la ocasión.
La escultura muestra a la Virgen según los códigos de su caracterización iconográfica, sentada sobre un águila, llevando en el regazo al Niño que gira el rostro sin mirar de frente al espectador. Con una interesante policromía fechada en 1702, la obra ofrece todo un repertorio de cuidadas imitaciones textiles y representaciones figurativas entre las que aparecen la Piedad o San Cayetano. Una obra que ahora se puede admirar en su conjunto, como ejemplo de un género de extraordinario alcance.
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