Ante la proximidad del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, declarado como tal por la ONU en 1975, la Vicaría de Acción Social y las Delegaciones Diocesanas que la constituyen, ante las injusticias, discriminaciones y violencia de todo tipo de las que siguen siendo víctimas las mujeres en el mundo queremos expresar lo siguiente en la celebración eucarística dominical del 3 de marzo:
--Reconocemos la corresponsabilidad de todos por acción u omisión en el pecado cultural estructural que como resorte automático ha aceptado y acepta como normales situaciones en las que la dignidad de la mujer es violada o no reconocida.
--Denunciamos la situación de agresión, marginación y exclusión a la que es sometida la mujer en muchas partes del mundo.
--Queremos unirnos a todos los organismos e instituciones que, doloridos por esta situación de indignidad a la que es sometida la mujer, apuestan y se implican por la supresión de las barreras que separan y dividen a los seres humanos en razón del sexo y la raza.
-- Nos unimos al Papa Francisco que en la Exhortación Apostólica, la Alegría del Evangelio, “reconoce la indispensable aportación de la mujer a la sociedad” y “la necesidad en todas las expresiones de la vida social” del «genio femenino». Ello se ha expresado a través de la acción silenciosa y del voluntariado en las diversas áreas y sectores de la acción caritativa, catequética, litúrgica y social.
--Reunidos hoy en torno a la mesa de la fraternidad, mesa en la que han sido derrotadas todas las barreras construidas por los hombres, apostamos por la igualdad y la comunión como voluntad del Padre a la que Jesús de Nazaret entregó la vida, y de quien hoy hacemos memoria.
--Apostamos y nos urgimos a implicarnos para que “el mundo nuevo en que habite la justicia y la paz” se realice de manera efectiva entre nosotros.
Las Delegaciones de la Vicaría Diocesana de Acción Social
