El domingo 15 de septiembre de 2019 a las 12:00 h, presidida por el Arzobispo metropolitano de Oviedo y concelebrada por el Administrador Diocesano de Astorga - Sede Vacante y varios sacerdotes diocesanos, se celebraba en la S.A.I. Catedral de Astorga una solemne Eucaristía de Acción de Gracias con la que la diócesis quería presentar a los fieles y agradecer con la oración la declaración del martirio para la beatificación de Mª Pilar Gullón, Octavia Iglesias y Olga Pérez-Monteserín, laicas, mártires de Astorga, que fueron martirizadas en 1936 durante la persecución religiosa en España, que fue autorizada por el Papa Francisco el pasado 11 de junio en Roma para ser promulgada por la Congregación para las Causas de los Santos.
Esta celebración antecede en el tiempo a la ceremonia de beatificación de las tres mártires que tendrá lugar en la Catedral de Astorga cuando nuestra diócesis tenga un nuevo obispo, el cual, tras tomar posesión, se pondrá en contacto con la Congregación para las Causas de los Santos en Roma para fijar la fecha definitiva de tan gran acontecimiento para nuestra Iglesia particular.
En la Misa de Acción de Acción de Gracias del día 15, en la que estuvieron presentes la Postuladora de la causa de beatificación y la Fundación “Enfermeras Mártires de Astorga”, se leía solemnemente el DECRETUM SUPER MARTYRIO de las tres mártires laicas, enfermeras de la Cruz Roja, procedentes de Astorga que dieron su sangre por Cristo en la localidad astutiana de Pola de Somiedo. Como se afirma en tal Decreto “estas siervas de Dios constituyen un fúlgido ejemplo del ejercicio de las virtudes, especialmente de aquellas laicales, al punto que el martirio llegó a coronar su existencia. en efecto, sea antes que después de ser asesinadas, habían llevado una vida de servicio y de trabajo pastoral, distinguiéndose en la oración, generosidad, sencillez y coherencia”.
Mª Pilar Gullón Iturriaga, de 25 años, hija de Manuel Gullón y de Pilar Yturriaga, nacida el 29 de mayo de 1911 en Madrid, era la mayor de cuatro hermanos.
Octavia Iglesias Blanco, de 41 años, hija de Indalecio Iglesias Barrios y de Julia Blanco Téllez, nacida el 30 de noviembre de 1894 en Astorga. Era prima de Pilar.
Olga Pérez-Monteserín Núñez, de 23 años, hija de Demetrio Pérez-Monteserín y de Carmen Núñez Goy, nacida el día 16 de marzo de 1913 en París (Francia), en uno de los viajes profesionales de su padre, un pintor natural de Villafranca del Bierzo asentado en la capital maragata.
Las tres residían en Astorga, donde tenían sus domicilios familiares. En Astorga Octavia y Pilar fueron militantes de la Acción Católica y de la Asociación parroquial de Hijas de María de la Ciudad. Olga vivía sus inquietudes espirituales de forma distinta, pero no menos responsable. Colaboraron en actividades pastorales de su parroquia y en obras de finalidad apostólica y social (Conferencias de San Vicente de Paúl, visitas domiciliarias a enfermos y familias necesitadas y catequesis infantiles). Las tres fueron sensibles a los problemas sociales y religiosos de la juventud, y encontraban tiempo para afrontarlos con entereza y convicción cristianas.
Después de hacer un curso y de obtener la calificación de Damas Enfermeras de la Cruz Roja Española, al estallar la Guerra civil del año 1936 en España, se ofrecieron voluntarias para atender a los heridos en el frente militar. A principios de octubre de 1936 Pilar, Octavia y Olga fueron enviadas un puesto sanitario ubicado en Somiedo, en la zona de montaña limítrofe entre León y Asturias, cerca del frente. El 27 de octubre de 1936, cuando prestaban servicio en el Hospital de Sangre de la localidad de Pola de Somiedo, partido judicial de Belmonte, provincia y diócesis de Oviedo, fueron apresadas en el golpe realizado por las milicias ese día a las fuerzas nacionales que guarnecían el puerto.
El 27 de octubre, milicias locales realizan un ataque en el que son asesinados los oficiales al mando, el médico y el capellán, así como los 14 heridos que recibían allí atención sanitaria. Las enfermeras son apresadas y pasan la noche en cautiverio en Pola de Somiedo, en las barracas donde se alojaban los milicianos, quienes abusaron reiteradamente de ellas.
En la mañana del 28 de octubre de 1936 varias milicianas se ofrecieron como voluntarias para fusilar a las prisioneras. Tras negarse a renegar de la fe, las despojaron de toda su ropa, y las llevaron arrastradas a un prado donde hacia el mediodía las ataron y las fusilaron, repartiéndose después sus ropas. En el momento de la ejecución volvieron a presionar sobre ellas sin obtener resultado, antes bien, éstas respondieron al grito de “viva España, viva Cristo Rey” y cayeron muertas. Pilar Gullón, que no murió al instante, se levantó y gritó “viva Cristo Rey”, momento en que las milicianas le dieron el tiro de gracia. Por la tarde vejaron los cuerpos hasta que en la noche fueron sepultadas en una fosa común, que fueron obligados a cavar dos prisioneros a los que también ejecutaron. Esta fosa común se hallaba a pocos metros del lugar del martirio.
Una vez terminada la guerra en el norte de España, a principios de 1938 fueron repatriados los restos de Olga, Octavia y Pilar a Astorga, en cuya Catedral fueron depositados primero en un enterramiento provisional hasta que 1948 se trasladaron a un sencillo mausoleo en la Capilla de San Juan Bautista.
En 2006, descendientes de Pilar Gullón, en nombre de la fundación Enfermeras Mártires de Somiedo, pidieron a las autoridades eclesiásticas iniciar el proceso de beatificación cuyos trabajos en sus distintas fases concluyeron el 11 de junio de 2019 con el reconocimiento pontificio de su martirio por la fe.
José Luis Castro Pérez
Administrador Diocesano - Sede Vacante
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