El pasado día diez, después de celebrar la Eucaristía en el hermoso santuario de Sameiro, en la ciudad portuguesa de Braga, un grupo de algo más de cincuenta peregrinos de todas las edades de la UPA de Ponferrada, hemos ido a visitar a nuestra Madre en Fátima, dirigidos por D. Miguel Ángel Pérez y acompañados por otros religiosos.
Hemos disfrutado de unos días de convivencia, como tantos hijos que en esta época regresan a pasar un tiempo de vacaciones en casa de sus padres, dejando por un tiempo sus quehaceres cotidianos.
Recorrimos en Aljustrel y Fátima los lugares donde vivían San Francisco y Santa Jacinta Marto y Lucía, donde jugaban, rezaban y ayudaban a su familia en el cuidado de las ovejas: Cova de Iría, Valinhos, Loça do Cabeço… Meditamos de madrugada la entrega del Señor en las estaciones del Calvario Húngaro. Participamos, junto a peregrinos de otras partes del mundo, en el rezo del Rosario de Antorchas, en la Santa Misa en la Capelinha de las Apariciones…
El domingo día 13 estuvimos en la Misa Internacional, que de manera especial se dedica a las migraciones, ofreciendo nuestro trigo, unidos a muchos portugueses que ese día lo ofrecen y que servirá para hacer con él las formas que se consumirán en el Santuario a lo largo del año.
Tuvimos tiempo de acercarnos a Nazaré, para ver a Nuestra Señora de Nazaré (vulgarmente conocida como la Virgen de la leche), admirar los hermosos acantilados y ver las famosas olas que allí se forman y que son aprovechadas por los amantes del surf para practicar su deporte favorito.
Ha sido estupendo regresar a casa todos, sanos y salvos, con paz en el corazón, gozo en el alma y animados con los mimos de Mamá para seguir la lucha diaria. Y, una vez más, constatamos la importancia de las peregrinaciones. En primer lugar se fomenta la convivencia y fraternidad entre los participantes, pero también se amplían horizontes al comprobar que el mundo no se acaba en nuestro terruño y que hay muchísimas personas, de distintas regiones y países que tienen inquietud religiosa, que no se avergüenzan de manifestar públicamente su fe.
Así mismo, toda peregrinación es una verdadera catequesis que nos ayuda a crecer espiritualmente, no solo en conocimientos, sino en la vivencia misma de la fe. Por eso deben seguir realizándose peregrinaciones y debemos animarnos y animar a otros a participar, convencidos de que siempre hay un antes y un después y que merece la pena salir de nuestras rutinas.
Mª Paz Robles
