Bella y pulcra rosa, gloriosa Virgen María,
que ante las puertas de esta mañana que brilla,
nos muestras tu cariño y valentía,
si mis labios han errado al hablar
no me lo tomes por pecado.
Perdona a cuantos se lamentan arrodillados,
ilumina nuestro camino con el don de la fe,
apóyanos en nuestra lucha contra el vicio,
contra ese pecado que nos aparta de nuestro destino.
Ruega por los pobres, por los necesitados,
para que, sin tardanza, se sientan acompañados.
Madre de Jesús, intercede por toda la tierra,
que se acaben los problemas y reine la felicidad,
que todos los cristianos nos amemos y, desde el glorioso cielo,
guárdanos, oh Virgen y Madre de Dios.
Mis ojos están clavados en ti, dulce reina de la paz,
mirando tu rostro, me acordaba del gran amor
que sentías por tu hijo en la cruz,
lo abrazabas y lo besabas rota de dolor.
Pedimos tu generosidad y toda tu bondad,
ayúdanos a cultivar aquella semilla
que tu hijo plantó a los pies de la cruz para nosotros.
Hazme cada día mejor persona,
y cuida de tus hijos, grandísima Señora.
Samuel Rodríguez Villar
