Mons. Jesús Fernández: El gesto del nacimiento de Jesús es un gesto de amor universal hacia el ser humano más allá de cualquier frontera. El Niño Dios nos recuerda que todos somos hijos del mismo Padre y, por lo tanto, hermanos. Como dice el Papa Francisco en FT (cap. 3), no hay “otros” ni “ellos”, solo hay “nosotros”. Pero, desgraciadamente, celebramos la Navidad en un mundo que tampoco tiene sitio para Dios porque no lo tiene para todos: falta caridad y hospitalidad y sobra egoísmo y rechazo en la vida de mucha gente, y también en la vida social y política. Se echa de menos una política para el bien común y universal. Es necesario y urgente abrir caminos para el reencuentro, restablecer el diálogo como base para una mejor política.
